FLIS® Motherland 15-2024 - Revista - Página 169
Treinta segundos de estupefacción fueron su昀椀cientes para
rasgar las paredes de mi palacio interior, mi corazón se hacía
girones y mi ilusión se desangró como si de una hemorragia se
tratara.
Mi conquista y su pareja se marcharon al salón, entre voces
altas y reproches. Yo estaba paralizado, desnudo con toda mi
ropa en ese salón donde ahora se fraguaba la batalla. No me
lo podía creer, mi mente cortocircuitó y no podía pensar hasta
que la pareja de mi conquista, ese señor de los ojos marrones,
el pelo blanco y el aire de seductor, se acercó al dormitorio a
llevarme mi ropa y preguntarme si necesitaba algo. Yo lo miré
a los ojos, entre lágrimas, y dije que no sabía nada, a lo que me
respondió con toda la complacencia que en un momento así se
pueda tener, el momento que descubres a tu pareja con otro,
que no me culpaba, que nadie estaba a salvo de una deslealtad.
Me vestí apresuradamente y me dirigí hacia la puerta. Cuando
la pareja de mi seductor me alcanzó, me acompañó hasta
el portal, bajamos en silencio en el ascensor y, cuando me
disponía a decir adiós, me pidió tomar un café. En unos instantes
estábamos sentados en una cafetería, a las 7 de la mañana y
ahogando nuestra pena, la suya la in昀椀delidad y la mía la mentira.
Así que, una mala noche la tiene cualquiera.
Nota del Editor:
Las opiniones expresadas en este ensayo son exclusivamente
del autor y no re昀氀ejan necesariamente los puntos de vista o
la posición o昀椀cial de FLIS® Magazine. La revista no asume
responsabilidad por el contenido del ensayo.